Viaje a la Antártida. Un año después…Estrecho de Magallanes 52º 23S 068º 28W

07.00 horas. A las 05.00 ha terminado mi guardia. Me he metido a la cama pero no puedo conciliar el sueño. Estoy despejado, contento y emocionado. Quizás ha sido el haber visto las toninas por primera vez. Estos preciosos delfines pequeños y robustos de color blanco exceptuando aletas y cabeza negra nos han dado la bienvenida a la entrada del estrecho.

O quizás la emoción de estar en el mismo lugar en el  que hace casi 500 años Magallanes junto con Elcano descubriría después de pasar grandes penurias.

600 millas navegadas desde Península Valdés. Voy conociendo al Pakea. Ponerse su rueda con vientos portantes es una verdadera gozada. 40 toneladas de casco de acero. Mayor, yankee y trinqueta hacen que fácilmente alcance los 10 nudos. Y además en precioso.

Nos quedan 100 millas hasta Punta Arenas en Chile. Se empieza a notar el frio. Pero la alegría del corazón me mantiene calentito. Tenemos que esperar a la marea entrante para navegar por el estrecho. La primera angostura tiene apenas dos millas de ancho. La correntada puede alcanzar los 8 nudos. Sería imposible intentar navegar con la marea en contra. Y me pregunto, como navegaban con sus naos por estos estrechos canales?

Petreles, albatros y pardelas nos visitan. Es como si se extrañaran de nuestra presencia. Piruetas, giros y largos planeos sin mover sus alas me maravillan. No hay dos vuelos iguales, ni tampoco dos olas iguales. Esta es la magia de la naturaleza. Es tan imprevisible como bella. Juegan a rozar el agua con sus alas. Apenas dos o tres centímetros les separan de tocarla. Muchas veces he soñado que volaba, es una de mis grandes frustraciones. Pero me aterroriza pensar en la posibilidad de que los humanos supiéramos volar. Invadiríamos el cielo, expulsaríamos a las aves de su hábitat. No quiero imaginármelo…

Cada vez me siento más a gusto en el Pakea. Las guardias de dos horas que hacemos por las noches se pasan volando. Comprobar en el plotter que el rumbo es el correcto, trimar las velas, bajar a hacer un café, un ratito de charla con mi compañero seguido de un bonito silencio…y ya está, ya vienen a relevarnos. Además tengo la suerte de que mis guardias coinciden con el orto y ocaso. Luces de tonos naranjas y rojizos pintan el Pakea de colores cálidos.

Y seguimos navegando, siempre hacia el sur, sin perder el norte.

Toninas en el estrecho de Magallanes

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